Cuando te diagnostican una
enfermedad de leucemia, piensas muchas cosas negativas.
Hoy, después de siete
años con mis recaídas y muchos días de hospital, pienso en positivo.
En este camino… me he
encontrado con personas muy valiosas, con muchas ganas de ayudar a los
pacientes a cambio de nada. Lo que aprendí de todas ellas es a luchar y pedir
ayuda cuando lo necesitas. Y es en ALCLES donde he encontrado la mejor ayuda.
Al principio no conocía a nadie y allí encontré personas con toda la fuerza de querer ayudar.
En los talleres encontré una psicóloga que me enseñó a luchar y a vivir.
Otro día, otra persona dándonos una charla de relajación en el taller de los jueves, nos enseñó a reflexionar. Nos pidió que imaginásemos que estábamos en la orilla del mar mirando hacia el horizonte y que viéramos venir algo que se acercaba a nosotros y pensásemos qué habíamos encontrado.
Yo vi una ola que se acercaba y la espuma me envolvía y me quería ayudar haciéndome sentir que no estaba sólo. Era lo mismo que sentía cuando estaba tanto tiempo hospitalizado y veía a los voluntarios que me querían ayudar a salir a flote. Eran como gotas que flotaban en el aire y me daban vida.
Ahora cuando les veo, les miro y pienso lo mucho que han hecho por mí y por otros afectados de leucemia.
Todos juntos en la sede de ALCLES hablamos e intercambiamos nuestras experiencias y siempre nos quedamos con lo más positivo.
En un principio no nos conocíamos pero hoy somos como una familia. Nos apoyamos y animamos para seguir remando, porque aunque tengamos una enfermedad mala, podemos y debemos hacer cosas, pensar y hablar.
Con este espíritu podemos dar ejemplo a otras personas que están pasando por nuestra situación y decirles que cuentan con nuestra amistad y fuerza.
Con todas estas personas buenas, y todos los voluntarios y profesionales, se puede conseguir lo que nos propongamos.
¡¡Yo pienso que he podido y todos podemos!!
Ángel
Fernández Álvarez
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